La noticia era esperada. En las últimas semanas, el camino se estaba preparando: declaraciones públicas y la llamada «Conferencia de paz» celebrada en Donostia-San Sebastián han allanado el camino para el esperado comunicado de ETA. Después de 43 años, ETA anuncia «el cese definitivo de su actividad armada».
La noticia, nadie lo duda, tendrá importantes consecuencias. Dejando de lado la importancia a nivel personal para fuerzas de seguridad, políticos, empresarios o todas aquellas personas que podían convertirse en víctimas, para quienes se abren nuevas expectativas de vida, las consecuencias pueden ser muy importantes para la economía del País Vasco, y más en estos momentos de crisis.
Ya el alto el fuego que ETA venía manteniendo había supuesto importantes incrementos en el turismo. El fin total de la violencia es esperable que convierta a Euskadi en un destino aún más atractivo.
Por otra parte, empresas y empresarios alejados de su tierra pueden plantearse el retorno y también es probable que empresas que veían el País Vasco como un punto estratégico, pero recelaban debido a la existencia de ETA puedan replantearse su ubicación en esta Comunidad. De hecho, según el «New York Times», las inversiones perdidas por la violencia se pueden calcular en unos mil millones de dólares.
Está claro que hay aún muchas heridas abiertas y que tardarán en cerrarse. Pero el primer paso está dado.